Cuando una pareja no termina de funcionar, a veces no podemos evitar sentirnos culpables. Nos sentimos responsables. Nos ocurre cuando una relación no florece o cuando se marchita.
Sin embargo, se nos olvida que las relaciones no siempre funcionan porque muchas veces cuando nos enamoramos, nos unimos en pareja sin conocernos bien y sin tener claro si ambos tenemos las mismas ganas, las mismas expectativas, la misma manera de entender el amor y la pareja.
Por qué su relación no funciona
Los humanos nos juntamos para probar, siempre con esa incertidumbre encima de no saber si la pareja va a durar una semana, un mes, un año, o veinte años. No lo sabemos porque no hemos tenido la oportunidad de conocer a fondo a la otra persona. Además, al principio no sabemos si la otra persona quiere lo mismo que nosotras. Incluso puede ocurrir que ni nosotras mismas tengamos claro si queremos vincularnos y comprometernos con la relación.
Cuando empezamos nos lanzamos a la piscina pero hay muchas cosas que pueden imposibilitar que el amor prospere. A veces ocurre que cada cual está en un momento diferente de sus vidas, que tenemos apetencias y necesidades diferentes. Entonces, pasadas las primeras semanas de enamoramiento, uno de los dos plantea la mítica pregunta: «¿qué somos?». Y sobrevienen los problemas.

Ocurre que al hablar nos demos cuenta de que cada uno quiere una cosa, y que a veces no son compatibles entre sí. No es culpa suya ni tuya: dos personas pueden tener las mismas ganas de disfrutar del amor pero encuentran incompatibilidades que lo hacen imposible. Sucede, por ejemplo, cuando:
- Uno de los dos quiere tener un bebé en un futuro cercano, pero el otro no
- Una de las dos personas ha salido de una relación muy larga y no le apetece volver a tener una pareja estable durante un tiempo. Sin embargo, a la otra persona sí le apetece porque se ha enamorado locamente
- Puede ocurrir que una de las dos personas tenga muchas ganas de enamorarse y tener una historia de amor, mientras que la otra tiene pareja y no puede ofrecer nada más que una relación de amantes
- A veces ocurre que la pareja escogida es una persona estupenda pero tiene problemas de adicción (alcohol, drogas, juego), de deudas o de cualquier otro tipo, lo que impide que la relación prospere. Es mejor retirarse mientras la otra persona se lo trabaja
- Puede ocurrir que uno de los dos tenga mucho tiempo disponible mientras que el otro no tiene apenas tiempo libre para dedicarlo al amor
- A veces sucede que uno de los dos tiene un proyecto, o una gran pasión, que es incompatible con la construcción de una pareja. Por ejemplo, una persona que anda de viaje por el mundo o vive dedicada en cuerpo y alma a su carrera profesional, a una causa política, a un proyecto social, artístico o cultural, a cualquier actividad que le impida tener tiempo disponible para vivir un romance y alimentar un proyecto de pareja
- Puede ser que todo sea perfecto entre dos personas excepto por un pequeño detalle: que viven separados por océanos inmensos a miles de kilómetros y ninguno puede irse al país del otro
- En ocasiones uno vive muy libre, mientras el otro tiene ataduras familiares o económicas muy fuertes que le impiden seguir el ritmo del primero
- Las emociones son también importantes. Si uno está en un proceso de trabajo personal muy fuerte (y quizás doloroso), puede que sea difícil estar a su lado y que necesite un tiempo de soledad para viajar al interior de sí misma, para conocerse mejor, para curar sus heridas
- Otras veces ocurre que, a medida que la relación prospera, uno de los dos se va desenamorando progresivamente y se da cuenta de que prefiere no seguir la relación porque no le ve futuro, pero ya está en ella y no sabe cómo salir.
Tenemos tendencia a pensar que si una relación no funciona es por culpa nuestra: porque nos falta algo, porque nos sobra algo, porque hemos fallado, porque no somos lo suficientemente buenas, porque algo hemos hecho mal. Pero no, muchas veces una relación no puede funcionar. Y punto.

En todos estos casos hay que aplicar el sentido común: si hay demasiados obstáculos para seguir juntos, si no se puede disfrutar del amor con plenitud, entonces es mejor separarse y no seguir. Lo importante es no depositar en ti (ni en la otras persona) toda la responsabilidad y pensar que a veces las relaciones no funcionan porque no hay condiciones para quererse bien o porque, simplemente, son relaciones cortas que no dan más de sí.
Y cuando eso sucede hay que saber cortar a tiempo, asumiendo que si el amor no da más de sí, no es culpa de ninguno de los dos. Es mejor terminar una relación en su momento justo, sin esperar a que se queme, sin esperar a que se tuerzan las cosas: cuanto antes se terminen, mejor para los dos.
Para más información, te invitamos a visitar nuestros enlaces: