Jesús dice en Su Palabra: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29).
Si pudieras pesarla, ¿qué peso tendría tu carga?
- ¿Cuánto pesa esa enfermedad?
- ¿Y esa división en tu familia?
- ¿Cuánto pesa esa situación financiera que te agobia y que amenaza con aplastarte?
Hay una buena noticia para ti, querido amigo, y oro para que te esta buena noticia te dé ánimo para levantar tus ojos hacia Dios: “En ese día, el SEÑOR acabará con la servidumbre de su pueblo; romperá el yugo de la esclavitud y se lo quitará de los hombros” (Isaías 10:27).
Jesús vino para descargarnos de todo lo que no tenemos porque llevar: la culpabilidad, la comparación, la envidia, y tantas otras cosas que nos agotan. Jesús vino para darnos vida en abundancia. No vino para prometer una vida fácil, sino una vida en la que Él camina a nuestro lado.
Finalmente, la más pesada de las cargas es vivir sin Jesús, ya que con Él y por Él tenemos paz, alegría, fe y confianza, esa seguridad de que no estamos nunca sol@s, de que Él está aquí. Él vela sobre ti, te protege y te ama.
Mi oración hoy por ti, querido amigo, es que te agarres simplemente a esta promesa: Dios está contigo, todos los días, hasta el fin (Mateo 28:20).
Oremos juntos: “Señor, conoces mi corazón, sabes muy bien que te amo. Creo que estás aquí presente en mi vida y me gustaría experimentar más de ti. Sí, espero en ti, Señor. Gracias porque sé que actúas como la Biblia lo dice. Amén”
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