Día 4: Conclusión
El les dijo: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Entonces, levantándose, reprendió a los vientos y al mar; y se hizo grande bonanza. Y los hombres se maravillaron, diciendo: ¿Qué hombre es éste, que aun los vientos y el mar le obedecen?. Cuando llegó a la otra orilla, a la tierra de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, feroces en gran manera, tanto que nadie podía pasar por aquel camino.
Jesús se encontraba con sus discípulos en una barca que estaba siendo azotada por la tempestad. Los discípulos, que eran expertos pescadores y marinos, pensaban que naufragarían y morirían. Pero Jesús, puesto en pie, con autoridad, reprendió la tempestad y dijo: «¿Por qué teméis, hombres de poca fe?». En esta pregunta Jesús presenta una ecuación inversamente proporcional que trae luz y revelación a nuestra vida: «Mucho temor, poca fe. Mucha fe, poco temor». No se puede tener mucha fe y estar lleno de temor. Cuando nos llenamos de fe, los temores no nos dominan. Por lo tanto, cuando un pensamiento de mentira viene a mi mente, debo declarar: «Yo vivo confiado en Jesús».
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