¿Se ha sentido alguna vez desanimado en su andar de fe? Si es así, entonces está justo donde Dios quiere que esté, porque ha descubierto que nadie puede vivir en total santidad. Todos estamos en la misma situación; sin embargo, hay alguien que tiene el poder que necesitamos: el Espíritu Santo.
Cuando los discípulos recibieron de Cristo la tarea de predicar el evangelio a todo el mundo, no tenían la capacidad para llevarla a cabo. Por eso les dijo que esperaran hasta que viniera el Espíritu Santo. De la misma manera, si esperamos lograr lo que Dios desea, necesitamos vivir con total dependencia de la tercera Persona de la Deidad.
El poder del Espíritu es la energía y autoridad de Dios liberadas en la vida de los creyentes con el propósito de que vivan con rectitud y tengan un servicio fructífero.

Cuando andamos en el Espíritu, confiamos en su poder para cumplir la voluntad de Dios. Como resultado, experimentamos los siguientes beneficios:
- Nos cansamos, pero no desfallecemos.
- Confiamos en Dios, en vez de tratar de manipular nuestras circunstancias.
- Experimentamos circunstancias difíciles, pero no nos desesperamos.
- No nos agobiamos con desánimo, pues sabemos que el Espíritu en nosotros nos capacita para hacer lo que nos ha llamado a hacer.
Si hacemos el trabajo de Dios con su poder, a su manera y con su sabiduría, seremos bendecidos sin importar lo que suceda a nuestro alrededor.
Caminar en el Espíritu no significa que la vida será fácil, sino que nunca tendremos que transitarla solos, porque nuestro Ayudador siempre estará con nosotros.
Para más información, te invitamos visitar nuestros enlaces: