La dispareunia o coitalgia es una patología que abarca diversos síntomas molestos en lo que al acto sexual se refiere, tanto en hombres como mujeres. Este trastorno se manifiesta desde una ligera irritación genital hasta un profundo dolor antes, durante o después del coito.
Diversos estudios médicos señalan que este cuadro clínico es mucho más común en el sexo femenino, pero también puede presentarse en varones, en general por infecciones uretrales o fimosis. Si quieres saber más acerca de los posibles tratamientos y las causas de la dispareunia o coitalgia, continúa leyendo.
Sobre su distribución global
El acto sexual es un tabú en muchos estratos sociales y culturas. Por ello, sorprenderá conocer que la coitalgia es mucho más común de lo que en un principio podría creerse. La Organización Mundial de la Salud (OMS) y diversos estudios epidemiológicos brindan los siguientes datos en lo que a las relaciones sexuales dolorosas se refiere:
- En mujeres de edad reproductiva, la dispareunia tiene una prevalencia de entre un 10 y un 15 %.
- En la etapa premenopáusica, este cuadro clínico se hace más común, pudiendo afectar hasta a un 30 % de las mujeres.
- La edad media de las personas que sufren esta patología es de 36,5 años.
- En hombres, el cuadro está mucho menos estudiado, pero la prevalencia fluctúa entre un 0,1 y un 5 %.
Como podemos ver, las relaciones sexuales dolorosas son comunes en la población general, sobre todo en mujeres. No sentir placer durante el acto sexual no es la norma, y por ello, ponerse en manos de médicos y profesionales ante una falta de disfrute es completamente legítimo y necesario.

Dispareunia o coitalgia: causas
Como ya hemos dicho, la dispareunia o coitalgia es el dolor que se experimenta en los genitales o la estructura pélvica, asociado a las prácticas sexuales, hasta 24 horas después del acto. Algunos de los síntomas más comunes, recogidos por organizaciones médicas, son los siguientes:
- Dolor durante la penetración inicial.
- Dolor en cada uno de los movimientos de penetración o tras la entrada de un elemento externo en la vagina, como un tampón.
- Ardor y molestia en el acto sexual.
- Malestar agudo punzante que puede permanecer varias horas tras el coito.
La mayoría de los síntomas están asociados a la experiencia de la mujer. En hombres, como ya hemos dicho, es mucho menos común. Aún así, cuando se presenta, suele ser de forma aislada en el momento de la eyaculación.
Para abordar las causas de la patología es necesario que las dividamos en dos categorías: físicas y psicológicas. Te las explicamos a continuación.
Causas físicas
Las causas físicas de la dispareunia son múltiples y variadas. Por ejemplo, estudios clínicos exploran que esta patología tras el parto es muy común, ya que el desgarramiento de la musculatura pélvica y las múltiples fuerzas a las que la vagina se ha tenido que ver expuesta, fomentan su sensibilidad.
Aunque pueda parecer sorprendente, en las madres lactantes también se ha observado que la coitalgia está correlacionada con la disminución de los niveles de estrógeno en sangre. Esto sucede porque los desbalances hormonales acarrean sequedad en la vagina. Otras causas físicas de dispareunia en mujeres son las siguientes:
- Vaginitis infecciosa: la más común es la infección causada por el hongo Candida albicans. Esto provoca irritación e inflamación en las paredes vaginales, lo que puede dificultar el acto sexual.
- Lubricación insuficiente: falta de secreción vaginal por cambios hormonales, falta de deseo o excitación y otras patologías asociadas.
- Anomalías congénitas: una vagina no formada correctamente o una imperforación del himen pueden ser factores que dificulten el coito.
De nuevo, corroboramos que la mayoría de las causas se han estudiado en mujeres. Otras investigaciones afirman que la dispareunia o coitalgia masculina suele estar asociada a una obstrucción del conducto eyaculador. Patologías como la prostatitis crónica pueden generar malestares pélvicos en el hombre.
Causas psicológicas
No todo se reduce al cuerpo. Estudios ya citados con anterioridad calculan que más del 70 % de los casos de dispareunia no muestran ningún tipo de patología física.
Esto pone en evidencia el gran componente psicosexual del trastorno. Algunos de los parámetros psicológicos que pueden jugar un rol esencial son los siguientes:
- Problemas de ansiedad y depresión: cuestiones de autoestima o falta de confianza con la pareja pueden promover la aparición de la coitalgia.
- Estrés: el estrés continuado provoca tensión de la musculatura pélvica.
- Abusos sexuales: revisiones médicas destacan que, en algunas oportunidades, la dispareunia está correlacionada con un historial de violencia y abuso sexual en el paciente.

¿Cuáles son los tratamientos?
Existen tratamientos médicos para la dispareunia o coitalgia. Por ejemplo, si el dolor proviene de una infección fúngica o bacteriana, la aplicación de antimicóticos o antibióticos se hace esencial. En mujeres posmenopáusicas o lactantes, también se puede prescribir estrógeno tópico para promover la lubricación vaginal.
Las causas son tan variadas, que el tratamiento debe adecuarse a cada paciente. Lo que sí suele ser común para todos los que la sufren es la necesidad de terapia de pareja y educación sexual.
Como hemos vistos, la dispareunia se encuentra ligada al componente psicológico del paciente, y por lo tanto, la comodidad, seguridad y excitación previa son esenciales para evitar el dolor durante la actividad sexual.
Querer sentir placer no es motivo de vergüenza o vulnerabilidad. Por ello, hablar con la pareja es siempre el primer paso para la mejoría.
Dolor sexual: ¿qué recordar?
Los dolores sexuales son muy comunes, sobre todo en mujeres, donde pueden suceder en un 30 % de la población en ciertas edades. Por ello, la comunicación con la pareja es vital: cambiar de posiciones, utilizar lubricantes y evitar agobios siempre son buenas opciones para evitar la dispareunia.
Aún así, no todos los casos corresponden a problemas iguales. Una coitalgia puede ser signo de una obstrucción del canal eyaculador en hombres o infecciones fúngicas en mujeres. Por ello, esta patología requiere tanto de un abordaje médico como psicológico.
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