1 Juan 1:5-2:2

Una de las razones por las que los cristianos podemos llegar a dudar de nuestra salvación es la presencia del pecado en nuestra vida. Según 1 Juan 1:6, las personas que profesan fe mientras continúan teniendo un estilo de vida pecaminoso, se engañan a sí mismas y andan en tinieblas. El versículo 7, sin embargo, ofrece alivio a quienes somos salvos. Aunque pudiéramos llegar a pecar, esto no significa que perderemos la salvación. El pasaje de hoy explica cómo debemos lidiar con el pecado:

Confesar nuestros pecados (1 Juan 1:9)

La confesión debe ser nuestra primera reacción cuando tropecemos y caigamos. Significa confesar a Dios que hemos actuado de una manera incompatible con su carácter y sus normas, y que necesitamos su perdón y su purificación.

Recordar que Cristo es nuestro abogado ante el Padre (1 Juan 2:1-2)

La voluntad de Dios es que no pequemos nunca, pero cuando lo hacemos, Cristo es nuestro Defensor en el tribunal de Dios. Su sacrificio expió por completo nuestro pecado y satisfizo la justicia divina. Cuando nos arrepentimos y creemos de corazón que Cristo murió por nuestros pecados y nos justificó ante Dios.

Recordar que el pecado no es una práctica continua para el creyente verdadero (1 Juan 3:9).

Puesto que nacimos de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros, no podemos seguir en el pecado. Aunque puede haber breves períodos de transgresión, el Espíritu de Dios obra en nosotros para cambiar nuestras prácticas y deseos.

La desobediencia de un creyente acarrea la disciplina del Señor, no la pérdida de la salvación. Sin embargo, como hijos de Dios, nunca debemos justificar nuestra desobediencia ni abusar de la gracia de Dios para vivir en pecado. Por el contrario, debemos practicar la obediencia y la santidad.

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El amor ofrece gracia

Jesús fue la encarnación perfecta tanto del amor como de la verdad. Él nunca dijo una mentira, ni tampoco fue cruel o juzgó con la verdad. Cada palabra que decía estaba envuelta en amor, aún cuando la verdad dolía, nunca quebró la confianza de nadie.

Cuando Jesús fue sentenciado a muerte, Sus seguidores se dispersaron por miedo a correr la misma suerte. Pedro, no obstante, decidió seguir a Jesús en una misión encubierta para ver que pasaba con su maestro. Pero al ser reconocido por varias personas, él negó apasionadamente conocerlo. En el mayor momento de vulnerabilidad de Jesús, Pedro Lo traicionó.

Aplastado por sus acciones, Pedro se alejó y lloró con amargura. Estaba avergonzado de él mismo y estaba convencido de que Jesús también lo estaría. Jesús murió en la cruz al día siguiente y Pedro creyó que toda estaba terminado y que tendría que vivir con esa vergüenza por el resto de su vida.

Pero el amor siempre abre camino a la sanación.

Jesús venció a la muerte y luego de Su resurrección Se le apareció a Pedro. Con el tranquilo telón de fondo del amanecer, Jesús estaba en la orilla cocinando el desayuno mientras Pedro, que estaba en el agua pescando, saltaba literalmente del bote para ir a Su encuentro.

Cuando Pedro llegó a la orilla, Jesús le hizo tres veces la misma pregunta: “Pedro, ¿me amas?” Todas las veces Pedro contestaba: “Sí, Señor. Tú sabes que te amo.” Todas las veces, Jesús le respondía: “Entonces, alimenta a mis ovejas.”

Luego de la tercer pregunta, Pedro ya estaba ofendido, pero lo que él no entendía en ese momento es que Jesús estaba mostrándole que el amor puede cubrir todos nuestros pecados. Pedro había negado a Jesús tres veces y ahora Él estaba extendiéndole Su gracia, permitiéndole demostrar su amor, también tres veces.

Yo no sé por lo que tú has estado pasando. No sé cómo te han herido o traicionado. Tampoco sé que has hecho para herir o traicionar a otros. Pero lo que sí sé, es que Dios te ama. Él te ofrece Su gracia y quiere que la aceptes y luego que la compartas libremente con los demás.

Citas Bíblicas para estudiar:

Colosenses 3:13-14
Juan 21:15-18

Amén

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Esperanza en el buen Rey

Evangelio significa «buena noticia», y en el mundo antiguo esta expresión siempre está relacionada con el anuncio de un nuevo rey. Por lo tanto, el Evangelio del Reino de Dios es la buena noticia de que el rey prometido por Dios está aquí, que su Reino está llegando. Pero, ¿por qué esto es importante? ¿El Evangelio no tiene que ver con que Jesús murió por los pecados y luego resucitó?.

Nota cómo en el Nuevo Testamento, Jesús predica su Evangelio mucho antes de su crucifixión o resurrección. Él no se enfoca en eso al principio de su ministerio. En cambio, le dice a Israel que la antigua promesa de Dios, que enviaría un buen rey para establecer su propio Reino en la Tierra, se estaba realizando. ¡Se estaba convirtiendo en realidad! El Rey (Jesús mismo) había llegado: ¡buenas noticias!

Observa cómo el Reino de Dios comienza con actos de sanidad y provisión generosa. Él está fundando un mundo nuevo e increíble sobre la base del cuidado amoroso de la humanidad y no sobre la base del poder militar. Los reinos de nuestro mundo de hoy, generalmente encuentran fortaleza en la victoria por medio de la violencia, pero el Reino divino-humano de Dios comienza y se expande sólo con el poder infinito del amor.

Esa es una buena noticia, especialmente hoy en día, si eres un ser humano que está sufriendo el dolor causado por los gobernantes promedio y las llamadas autoridades. Quienes escuchan el anuncio del Evangelio de Jesús pronto aprenden que él mismo es el gobernante verdadero sobre toda la creación, la única autoridad real verdadera sobre cualquiera de nosotros. Tenemos esperanza en Dios mismo como Rey Jesús, el incorruptible que gobierna con amor y usa su poder no para coaccionar ni destruir a las personas, sino para sanar y liberar a todos y cada uno de nosotros.

Citas Bíblicas para estudiar:

Mateo 4:23-25

Amén

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El gran intercambio

Jesús vino a la tierra para darnos los regalos de aceptación, paz, sanación y perdón, pero esos regalos o esos dones no fueron baratos. Nosotros nunca podríamos pagar lo que Jesús vino a proveer y afortunadamente no tenemos que hacerlo. Dios nos acepta, no a causa de nuestro buen comportamiento, sino porque Jesús pagó el precio al experimentar el rechazo más grande en nuestro nombre. Jesús escogió morir para cubrir nuestro pecado, conquistar la muerte y traernos vida. El profeta Isaías llamó a nuestros pecados «transgresiones» e «iniquidades»: esencialmente nuestros crímenes y nuestra maldad. Esos pecados crearon una deuda que nosotros nunca podríamos pagar, pero Jesús, en Su perfección, puede hacerlo. Cuando Jesús eligió nacer en un mundo donde sería herido y aplastado, nos trajo paz y curación.

La profecía en Isaías 53 representa el gran intercambio de Dios: la vida de Jesús por la nuestra. Jesús conocía el costo de la Navidad, y lo aceptó para que nosotros pudiéramos aceptarlo a Él y a la vida eterna que Él puso a nuestra disposición. Mientras celebras esta época, no olvides: Nosotros podemos ser perdonados, sanados y liberados únicamente porque Jesús escogió la Navidad.

Oración

Jesús, no puedo agradecerte lo suficiente por haber pagado el precio que cubrió mi deuda. Yo estaría realmente perdido sin Ti. ¡Te alabo a Ti como mi Paz, mi Sanador y mi Salvador! Gracias por escoger Navidad. Ayúdame a recibir todo lo que viniste a darme, y ayúdame luego a compartir esos regalos con el mundo a mi alrededor.

Citas Bíblicas para estudiar:

Isaías 53:3-5

Amén

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